Todo y nada ... y nada.
... la primera parte la escribí hace dos semanas y la segunda ayer .... y la última.
06/10/2007
Muy pocas veces me enamoré, me sobran los dedos de una mano para contarlos, y sin embargo me cuesta más borrar ese sentimiento y desterrarlos, que lo que me cuesta encontrarlos.
No puedo llorar en soledad, no puedo descargar mis angustias como tampoco puedo evitar que las lágrimas fluyan cuando lo tengo delante mío.
Son lágrimas dulces por lo que me provoca y a su vez son amargas por lo que nunca va a llegar a ser y no puede cambiarlo.
Intento disfrutar los momentos juntos, pero cada vez que la puerta se cierra y dejo de ver su rostro, mis gestos se endurecen y vuelvo a convertirme en un contenedor de dudas y los rosas pasan a ser fríos y distantes grises.
Trato de no pensar en él, de desterrarlo, no dejo de repetirme una y otra vez “es la última vez”, pero no puedo evitar volver a caer en sus brazos cada vez que me busca.
Esta bajo mi piel, esta metido en mi cuerpo, aunque lo niegue, aunque sienta como mi carne se va desgarrando.
Vuelo, y veo mi vida junto a él, pero no vamos por el mismo camino, en el mismo tiempo ni con un destino en común.
Y no quiero sufrir y a pesar de eso ya lo estoy haciendo.
Internamente lucho entre disfrutarlo mientras lo tenga, el paso del tiempo y el presagio de que no va a ser por mucho tiempo.
Son tres años de sentirme presa de sus ojos.
Lo odio porque lo quiero, y porque a su manera el también, y porque es todo pero no tengo nada más que hoy.
Necesito desilusionarme pero no me da motivos, lo maltrato y vuelve y caigo a sus pies y no puedo romper el hechizo.
...
22/10/2007
Solo pasaron tres dias, menos de la mitad de lo habitual de nuestros encuentros.
Pero mi cabeza se estrelló contra el pavimento, se quebró en mil pedazos -acción, reacción- aunque mi corazón se resista a dejar de latir.
_ estás bien? _ pregunto N.
_ si _ asentí con la cabeza, sin emitir sonido.
_ como siempre? _ retrucó irónicamente.
_ no, como siempre no, esta vez es diferente_ contesté mientras mi cara se iba desfigurando.
Todo se derrumbó cuando sin querer leí un msj que respondía en su celular. Y una tonelada de mierda cayó sobre mí.
Sin decir palabras me vestí, antes de lo previsto -el siguió sin entender nada- y sin querer siquiera que baje a abrirme ni acompañarme, me fui.
Caminando bajo la lluvia, quebrándome a cada paso, sintiendo como el dolor me iba matando, me fui alejando.
Pedí que rompiera el hechizo, y como siempre, dispuesto a complacerme, lo hizo, sin saberlo.
… sin quererlo me enamoré … y vos sin saberlo me mataste.