Montaña rusa emocional
Soy completamente ciclotímica, al punto de plantearme si necesitaría de un psiquiatra que me declare depresiva, con picos de euforia o que me diga que tengo personalidad múltiple.
Paso de sentirme inmersa en un mar de mierda por donde lo mire, donde nada vale la pena y solo tengo ganas de escaparme de todo, a disfrutar de cada una de las cosas que hago, cada persona con la que hablo, cada momento vivido.
Hoy por ejemplo, estoy en un día de buenas y siento que amo a mis hombres, al que me excita, al que me levanta el ego, al que me necesita, al que me quiere, al que me hace gozar y al que me cuida. Y los amo a cada uno por separado y por ser todos uno.
Disfruto de mi trabajo, que más allá de ser un caos y de estar rodeada de gente de mierda, me llena de adrenalina.
Disfruto de mis horas en colectivo porque me permite escribir o leer, pensar tranquila o simplemente contemplar el paisaje y a la gente.
Esta es mi vida, correr, excitarme, enojarme, seguir corriendo, dormir poco, extrañar lo que ya no quiero y de vez en cuando frenar a disfrutar y relajarme.
Este es el recuento de una semana de altibajos, muy típica en mí, que reniego mucho pero disfruto. Y tal vez cuando asuma mis ciclos, podré encontrar el equilibrio en esta inestabilidad constante que me mantiene viva.
Paso de sentirme inmersa en un mar de mierda por donde lo mire, donde nada vale la pena y solo tengo ganas de escaparme de todo, a disfrutar de cada una de las cosas que hago, cada persona con la que hablo, cada momento vivido.
Hoy por ejemplo, estoy en un día de buenas y siento que amo a mis hombres, al que me excita, al que me levanta el ego, al que me necesita, al que me quiere, al que me hace gozar y al que me cuida. Y los amo a cada uno por separado y por ser todos uno.
Disfruto de mi trabajo, que más allá de ser un caos y de estar rodeada de gente de mierda, me llena de adrenalina.
Disfruto de mis horas en colectivo porque me permite escribir o leer, pensar tranquila o simplemente contemplar el paisaje y a la gente.
Esta es mi vida, correr, excitarme, enojarme, seguir corriendo, dormir poco, extrañar lo que ya no quiero y de vez en cuando frenar a disfrutar y relajarme.
Este es el recuento de una semana de altibajos, muy típica en mí, que reniego mucho pero disfruto. Y tal vez cuando asuma mis ciclos, podré encontrar el equilibrio en esta inestabilidad constante que me mantiene viva.