1 ago 2007

Cuidados Intensivos


La noche esta calma, solo se escucha mi música.
Nada mejor que un buen baño caliente para relajar el cuerpo y la mente.
Preparo mi ritual de oleos y perfume.
Miro mi guardarropas y me visto, no para matar, solo para desvestirme.
Aprovechando mi serenidad y la ciudad sin ruidos decido ir caminando. No son más de diez cuadras y el tiempo no me lo impide.
El guardia me abre y pregunta la habitación. Yo era quien supuestamente iba a cuidar de él esa noche.
N estaba leyendo, esperando mi llegada.
No hacía mucho que había salido del quirófano pero se había asegurado de quedarse a solas, ni los enfermeros entrarían salvo bajo su pedido.
Todavía estaba dolorido, pero la ansiedad de un año de buscarme dejaba todo a un lado ante mi aceptación. Solo el temblor de sus manos lo delataban.
Las palabras no fueron necesarias y sus labios comenzaron a recorrer mi cuerpo como si hubiera pasado todo este tiempo estudiando los movimientos ante mis formas.
Me quedé sentada a su lado mientras sin darme cuenta, absorbida por la excitación me iba desvistiendo.
El lugar público, la puerta a la espera de ser abierta sin avisos, lo prohibido, él… todo magnificaba el clima.
Lentamente llevó su mano por debajo de mi ropa interior que ya estaba expuesta.
Me estremezco pero no puedo expresarme, solo quedo paralizada. Es mejor de lo que esperaba, es sorprendentemente mejor.
Mi punto de entrega ya era total y mi cuerpo no respondía a mis órdenes, solo a él.
Me manipula como si no existiera gravedad y no puedo ni quiero resistirme.
Nos besamos intensamente equilibrando el suave deslizamiento de mi cuerpo sobre el suyo.
Mis manos sobre su pecho descargan el placentero dolor que me llena, y deja marcas.
Estoy fuera de mí y mientras una mano me lleva contra él, la otra evita que mis gemidos llamen la atención del lugar.
Soy yo la que muero y me desarmo, como si cayera sobre mí el estrés de su operación de 16 horas.
Me cuesta incorporarme y en un sobreesfuerzo logro cambiarme. Es hora del control médico nocturno.
Volvemos a ser solo los dos en la habitación.
Su cuerpo empieza a ser víctima de las secuelas de lo no debido.
Se recuesta y los sedantes logran llevarlo a dormir.
Solo me quedo contemplándolo, tomando conciencia de mis actos.
Comienza a amanecer, N sigue durmiendo como un bebe. Lo beso y me marcho.
Camino con las pocas fuerzas que me quedan casi por inercia.
Creo que todavía no tengo los pies en esta ciudad pero logro llegar a casa.