30 ago 2007

Quiero un día Anabel!




Anabel es una compañera de trabajo, de otro área pero que conozco hace ya 10 años.

Tiene una forma de ser sorprendente y muchas veces, en cierta forma, envidiable.

Anabel es el ejemplo viviente del prototipo de mujer “Susanita” (calculo que todos han leído a Mafalda).
Su única meta en la vida es casarse y tener hijos. Pero Susanita no se conforma solo con eso, además de ser la madre, esposa y ama de casa perfecta, era fría y calculadora al momento de conseguir sus objetivos, sin por ello estar totalmente convencida de que hace lo correcto.

Solo que Anabel trabaja porque la situación actual no permite mantener una familia con un solo sueldo.
Pero no se preocupa por ello, ni especula, ella es totalmente ingenua, sin maldad, y hasta se podría decir que nunca se detuvo a pensar que era la maldad, eso implicaría tener que usar su cerebro en demasía.

No es de soberbia o de sentirme superior a nadie, pero la he escuchado hacer preguntas que han hecho que me avergüence de ser del mismo genero que ella.

Citemos a Anabel:

“EL JAMON COCIDO ES EL CLARITO O EL OSCURO??”
o …
“EL PROTECTOR SOLAR CUANTO MAS FACTOR DE PROTECCION TIENE MAS PROTEGE??”.

Y les aseguro que he tenido que contener un sin número de respuestas irónicas que se me cruzaban en ese momento por el solo hecho de que me dio pena, mas allá de la risa.

Ingresó en la empresa por ser la nuera de la coordinadoras de comercio exterior, una mujer con mucho carácter, una leona con enormes dientes y uñas al momento de defender a su manada, caiga quien caiga.

Y es por eso que Anabel sigue tranquila y a su poco agitado ritmo, trabajando allí.

Es la única en toda la administración que nunca progresó, ni siquiera intentaron darle un puesto un poco mas exigente.

Su trabajo es archivar la papelería y de vez en cuando hace los bancos (solo cuando no queda otro recurso disponible, es que corren el riesgo).

Cuando quedó contratada, ya sabiendo cual iba a ser su función, estuvo muy muy nerviosa y no pudo dormir en toda la noche.
Para dar una buena impresión en su primer día laboral y no cometer errores, pasó TODA LA NOCHE, practicando su trabajo, es decir “escribiendo letras y números para ver de que forma quedaba más prolijo”.

Y como dije, es tan ingenua que lo comentó a sus compañeras como una hazaña en su primer almuerzo laboral.

Todas tuvieron que contener las carcajadas para evitar que la leona se las devore y solo le dijeron que se tranquilice, que no iba a tener problemas.

Y Anabel sigue ahí, sin preocupaciones, sin problemas, ni presiones y sin nada que le quite el sueño… salvo su práctica tipográfica.

Muchas veces siento envidia de ella. Siempre tan tranquila, en su burbuja de cristal, sin darse cuenta de las desventuras de la vida y de la verdadera realidad. Realidad que filtra a través de sus ventanitas viendo todo color rosa.

Cuando me siento sobrepasada por las presiones, los reclamos, las corridas o mis propios planteos que exigen una decisión dolorosa o compleja, pido a gritos no pensar, poder separar mi cabeza del cuerpo, dejarla ahí y salir corriendo, pero está empecinada en perseguirme, hostigarme quitándome horas de sueño.

Por eso, tan solo pido un día, solo un día Anabel, para sentirme totalmente feliz, por un momento, aunque no sea real.