13 sept 2007

El doloroso aprendizaje de los errores


Hay cosas en la vida que te hacen madurar de golpe y repentinamente te obligan a cambiar de planes.

Estúpidamente malgastamos tiempo planificando nuestro futuro en base al presente, no queriendo ver que son muchas las circunstancias que nos van desviando del camino trazado.

Lleva un tiempo de meditación, llanto y toma de conciencia de que no todo volverá a ser como antes, que el rumbo se desvía.

El dolor se apodera de nosotros y lloramos y despotricamos, como si de esa manera pudiéramos decir “esta bien, admito que me equivoque, ya aprendí, ahora sigamos por donde veníamos”.

Pero ya no se pueden revertir, solo asumirlas y aprender.

Podemos tomar lo positivo de esas situaciones, podemos apreciar cosas que nunca nos hubiéramos percatado, pero sigue haciéndonos llorar. Por la impotencia de no poder cambiar las cosas ya arruinadas, y por estúpidos la mayoría de las veces.

Podemos darle mil vueltas, escuchar consejos, pero la decisión es nuestra y es una.

El dolor pasa con el tiempo, lo tomamos como algo natural ya, pero en el fondo siempre vamos a esperar que haya una vuelta atrás.